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Una Luz

Martina ve una luz blanca, se entrecierran sus ojos, pero se siente aliviada y en paz, ya no hay dolor, ni llantos, ni gritos.

Perdonó el primer insulto a los seis meses de noviazgo, perdonó los cachetazos de la luna de miel, y siguió perdonando.

Martina pensaba que el amor dolía, nadie le explicó que no tenía que ser así,y su amor dolió por doce años.

Hoy, luego de una discusión como las de siempre, tras una de las tantas golpizas que recibió su frágil cuerpo,vio una luz, una que nunca había visto antes, y así fue como hoy se terminó el dolor, se terminó el llanto, se terminaron los gritos, se terminó la vida.

A ustedes:

un   hombre de verdad

Melina con el control remoto en la mano y una sonrisa camina hacia el dormitorio, traspresionar el control la habtiación queda casi en penumbras y se escucha de fondo un tema instrumental donde predominan una voz masculina, grabe e intensa, y un saxofón.

 

Se quita el babydoll rojo moviendose suavemente al ritmo de aquella canción-

.

Gatea sobre la cama desde los pies hasta llegar a la cintura de su acompañante cuando repentinamente escucha un fuerte sonido similar al de un timbre antiguo, resoplla, levanta los ojos y le da un cachetazo a la cama..

 

Toma el control remoto nuevamente, toca un botón la música se detiene y se enciende la luz, el timbrazo se repite, ella toca otro botón y se desplega una pantalla en su pared

 

-Hola amiga, veni que estamos tomando unos tragos en el bar de siempre con las chicas

-Mirá Nadia, ahora estaba un poco ocupada

-Si, veo, estás medio desnuda, pero podes usarlo a cualquier hora a Lorenzo, veni con nosotras en una nos conseguimos un hombre de verdad, yo dejé a John en casa, de última lo uso cuando vuelva.

-Eso del hombre de verdad no va a pasar, lo sabes muy bien,es un mito eso de que queda alguno o de que crearon nuevos, pero bueno voy guardo a Lorenzo y salgo para ahí

-Lo guardas porque tenes un poco de esperanzas de que aparezca uno humano sino lo dejabas para cuando vuelvas,admitilo.

-No es eso, ya me enfriaron con la interrupción, les decis de mi parte a Martina y a Emma que no demoro nada, en quince minutos estoy con ustedes.

 

Se dejan ver las otras dos chicas en la pantalla saludando..

Melina corta la llamada, abre el ropero se pone un vestido azul , se pinta los labios y se calza unos tacones. Va a la cama le toca el hombro a Lorenzo,este se reduce a una esfera de unos cinco centimetros de diámetro, lo mete en un cajón, se cuelga la cartera.,mira el babydoll en el suelo, suspira y sale.

A ustedes:

A USTEDES:

A ustedes:

Hoy a mis cuarenta años y una vida bien vivida desde mi punto de vista, que

es el que importa, le escribo a mis nietos. Hasta el día de hoy no tengo hijos de

carne, pero tengo hijos de papel, tengo más de cien hijos que salieron de mi

alma y de mi mente desde que era chiquitita. Siendo menor de cinco años le

pedía a mi madre que me leyera todo lo que veía y por esos años comencé a

leer gracias a ella, luego en la escuela me enamoré del lenguaje, el cuaderno

azul y la comprensión lectora, más tarde el idioma español se convirtió en un

amorío pasajero hasta que al fin a los catorce años, ya habiendo leído varios

autores llegó el amor de mi vida: La literatura.

Fue un amor perfecto y correspondido, un amor mágico, pero difícil de

concretar, yo leía y leía y mi mano escribía y escribía hasta que a mis más de

treinta conocí un tratamiento perfecto de fertilidad, un taller literario, pocos

meses después nació mi primer hijo en un país vecino y luego vinieron otros y

otros, ahora son más de cien, y quiero más. Esta carta es para mis nietos,

aquellos que estudien a mis hijos, aquellos que los disfruten, aquellos que se

inspiren con ellos y tengan a sus propios hijos, a esos nietos les pido que sigan,

que cumplan sus sueños, que disfruten el arte, que es la prueba del paso

del humano por el mundo y el secreto de la inmortalidad.

Con todo el amor del mundo, de su fértil abuela que desconoce cuál de

sus hijos eternos los hará nacer y los volverá felices y eternos como yo:

Andrea Pereira

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