Por el amor de Corina
Con el alma destrozada por la pérdida más grande de su vida, y ya sin fuerzas para seguir llorando, Corina llama a una fundación de caridad para que pase por su casa y se lleve todo lo que era de su hijo.
Hace solo una semana que ha perdido a su Sebastián, no soporta pasar por esa habitación y ver todo como él lo dejó por eso Corina decide irse con Joaquín, su otro hijo, a casa de sus padres.
Joaquín le promete que desde ahora será su sombra, su mejor amigo, y jamás la dejará sola. La abraza, le dice varias veces que nunca volverá a sufrir, porque él la va a proteger, y que si pudiera haría lo impensable para evitar lo sucedido. Corina solloza en sus brazos mientras él le acaricia el cabello, y mira a un lado.
Joaquín de diecisiete años, sin quererlo se había convertido en el hombre de la casa, un joven saludable, muy buen alumno y destacado en deportes. Un chico atractivo, simpático y, según la opinión de familiares y profesores, con un futuro prometedor.
Sebastián de quince años, sin embargo, nació con una malformación cardiaca, la misma que había llevado a su padre a la muerte No podía agitarse mucho, por lo que no hacia deporte alguno, no era demasiado brillante en los estudios, lo que se veía empeorado aún más porque se perdía muchas clases por tener que ir a revisiones médicas. Dependiente de medicamentos, y carente de atractivo físico, siempre fue el sobreprotegido y mimado de su mamá.
Aquella mañana de julio, como todas las mañanas, Corina se levantó a las siete en punto, preparó el desayuno, y fue a la habitación de Joaquín, lo despertó, y este fue a prepararse para ir a estudiar, cuando escucho el grito desgarrador de su madre.
El joven corrió a socorrerla, y allí la vio abrazando el cuerpo inerte de su hermano menor.
Pasados siete días de aquel desafortunado acontecimiento, llegan dos mujeres mayores de una fundación de caridad a juntar todo lo que le había pertenecido en vida al adolescente. Se llevan libros, ropa, zapatos, todo… excepto un frasco que tiene
una sola pastilla, y está sobre la mesa de luz. Ese frasco esconde un secreto que ni Corina, ni nadie jamás descubrirá.
Una noche mientras todos dormían Joaquín silenciosamente entró al dormitorio de su hermano y le robó el frasco de medicamentos, lo llevó al baño y vació una por una cada capsula, las rellenó con azúcar, yl ver que no era descubierto cada vez que su hermano tenía un frasco nuevo hacía lo mismo, y así durante once meses hasta que un día no necesitó hacerlo más.
Antes de irse donde sus abuelos Joaquín camina rápidamente hacia la mesa de noche de Sebastián, saca la pastilla rellena de azúcar y la traga, deja el frasco en su lugar, y escucha a su madre llamarlo, va al encuentro con ella, Corina le pregunta que hacía que no estaba allí y él le responde que nada, que solo deseaba despedirse de su casa, sube al coche y toma la mano de su mamá.