FEDERICO71
Raquel vivía sola desde que perdió a sus padres, con más de cuarenta años y una alergia que le privaba tener mascotas, su único aliado era el internet.
Entraba a una y otra sala de chat, hacia amigos cibernéticos que duraban unas dos horas, hasta que le llegó la invitación de un tal Federico71.
Raquel, en principio pensó que sería lo de siempre, conversar un rato, reírse, imaginar cómo habría sido conocerlo personalmente, y luego chatear con otra persona olvidándolo, pero esta vez fue diferente.
La primera charla fue de lo más normal, hablaron de sus gustos, supieron que se hallaban en el mismo país, incluso a pocas horas de distancia, comentaron películas que habían visto ambos, y se recomendaron las que aún no.
Para sorpresa de Raquel, al día siguiente Federico71 volvió a contactarla, le contó que vivía con su madre, que amaba las motos, pero que hablando con ella se daba cuenta que hacía ya un tiempo largo que no salía de su casa.
Cada noche cuando Raquel entraba al chat, Federico71 estaba allí, esperándola, recomendándole películas, canciones, contándole sobre su habitación, lo mucho que le asustaba la lluvia, y como echaba de menos a su moto.
Entre charlas y confesiones, pasaron semanas, Raquel le envió una foto, y Federico71 le respondió con otra, en la que salía con su madre.
Intercambiaron los números de teléfono celular, y pasaron algunas noches enviándose audios, Raquel se enamoró de aquella voz.
Pocos días después, ella decidió que era el momento de proponerle un encuentro fuera de internet, Fererico71 le dijo que sí, pero que él no podía salir de su casa, lo había intentando, pero le parecía que estaba sufriendo de agorafobia, ya que no lograba cruzar la puerta.
Raquel le propuso ir a visitarlo, él le dio la dirección, y a la tarde siguiente ella, con un nudo en el estómago, sus risos castaños sueltos, y el paso firme fue a encontrarse con su entrañable amigo.
Al llegar reconoció a la mujer que barría el patio, era la madre de Fererico71, ella la había visto en la foto.
Tras un suspiro profundo y con las manos temblorosas aplaudió para llamar la atención de la señora, que caminó con el ceño fruncido, y escoba en mano hacia ella.
-No necesito comprar nada- le dijo.
-No vine aquí para vender señora, es que soy amiga de su hijo y me citó aquí
-¿Amiga de mi hijo?- Raquel asintió con la cabeza sonriendo, la mujer la miró de pies a cabeza y volteó hacia su casa en silencio ignorándola
-Señora, él ayer me dijo que no puede salir, que sufre agorafobia, ¿Me dejaría pasar?- apretó sus ojos en un intento de recordar, y arqueando las cejas gritó:- ¡Emilia!
La mujer dejó la escoba en el piso y volvió hacia Raquel preguntando
-¿Cómo sabe mi nombre?
-Federico me lo dijo ayer
-¿Ayer se lo dijo Federico?- tras esta pregunta Emilia volvió a girarse hacia su jardín.
-Emilia, déjeme verlo- comentó casi gritando Raquel, sacó su teléfono de la cartera y encendió un audio donde la voz de Federico salía diciendo: “Mi mamá se lama Emilia, insístele que te deje pasar, últimamente no le abre a nadie”
Giró hacia Raquel con la boca entreabierta, y le abrió el portón. Raquel entró, y ella callada la dirigió a la habitación de Federico, abrió la puerta que estaba cerrada con llave, y al entrar fue casi corriendo, y con la respiración agitada hacia la computadora encendida de su hijo.
-¿Dónde está él?
Emilia no contestó, miró la maquina que tenía el chat abierto y la foto de Raquel, se tapó la boca con la mano, y buscó con los ojos llenos de lágrimas dentro de los cajones del escritorio hasta que encontró el teléfono, abrió el WhatsApp y vio los audios que había compartido con Raquel.
-Pensé todo este tiempo que las mujeres que aparecían en la puerta eran malas personas que se divertían con mi dolor.
Raquel confundida caminó lentamente hacia Emilia que miraba fijo la pantalla con los ojos humedecidos, y puso una mano sobre el hombro de esta.
-Muchacha, hace seis meses Federico volvía en su moto a casa, comenzó a llover, tuvo un accidente y no logró sobrevivir, ya eres la tercera chica que pregunta por él, pero la primera que al mostrarme pruebas dejé entrar, desde su muerte no abría esta habitación.
Raquel tras escuchar esto, se alejó de Emilia y mirando a los lados caminó sobre sus pasos sin voltear, cuando sintió un ruido que salía del auricular del ordenador, ambas cruzaron miradas y vieron hacia la pantalla, allí leyeron:
Federico71 dice: “Al fin viniste Raquel”
Ambas corrieron hacia la puerta, que se cerró bruscamente.