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conciencia

Con el rabillo del ojo me parece verlo, volteo, no está.

Ya me ha pasado muchas veces.

Quiero dormir, sus latidos no me lo permiten. Despierto a cada rato con sus gritos.

No fue a propósito, no sé quién era. Yo había tomado, y él se cruzó frente a mí camioneta.

No quiero verme al espejo, está esperando el momento para aparecer tras mi reflejo.

¿Tendría a alguien esperándolo? En el noticiero no aparece ni muerto, ni desaparecido.

¿Y si está vivo? Me tapo los oídos con las manos. Basta de gritos, basta de latidos. ¡Basta!


LA CITA MAS ESPERADA

Cuando Iván la vio llegar controló al máximo sus expresiones para que Octavio,

que era quien la había traído, no notara lo importante que era esa mujer para

él.

Su rostro inexpresivo, su manera cordial de saludar, y la naturalidad con la que

se despidió de Octavio eran simples máscaras.

Al verse solo frente a Lidia pudo dar rienda suelta a sus emociones, la miró

sonriendo, mordió sus labios y su pecho se ensanchó cuando el aire lo infló,

volviendo lentamente a su tamaño original.

Siempre la había deseado. La conocía desde los doce años, y recién hoy con

cuarenta y dos estaba a punto de tenerla.

Iván la desnudó, le quitó delicadamente lo poco que traía puesto, la acarició

desde el tobillo, subió hacia los muslos y siguió por el vientre. Se acercó al oído

de Lidia y le susurró que era hermosa, le lamió suavemente la oreja, le besó el

mentón, los labios, el cuello, recorrió con su lengua los senos de su amada, y

la acomodó sobre la blanca cama.

Mirándola fijamente con la respiración agitada se apartó un momento y se

desnudó. Jugó un rato con sus manos en el sexo de Lidia, y cuando sintió que

estaba lista, que ya al fin podría sentir el placer de hacerla suya, lo hizo.

Era la cita más esperada de Iván. Había logrado hacerle el amor a Lidia

después de imaginarlo prácticamente toda su vida.

Si bien Octavio simplemente la llevó, y era probable que estuviera lejos Iván

prefirió que aquella experiencia fuera lo más silenciosa posible, ya que no

estaba en su casa.

Cansado, desnudo, transpirado, descansó un momento entre los pálidos

pechos de Lidia. Al recobrar la respiración la miró amorosamente, y

cubriéndose los labios con un dedo chistó como pidiendo que el silencio

siguiera.

Se vistió, fue al baño y se mojó el rostro, las manos, y el pelo.

Escuchó pasos y salió, Octavio estaba entrando con una ficha en la mano

-Iván, olvidé preguntarte si ya tienes estipulada la hora en que vas a realizar la

autopsia

-Sí, estaba por comenzar- respondió, tras un suspiro miró el reloj y continuó-

son las tres de la tarde

-Perfecto, siento que justo haya sido tu vecina- dijo Octavio apretando la boca y

arqueando las cejas

-Trabajo es trabajo, tampoco es que la conociera tanto- comentó Iván

colocándose los guantes blancos, y se encogió de hombros

-Sí, es verdad, bueno nos vemos luego

-Seguro- dijo Iván, tomó el bisturí, encendió la grabadora, y comenzó a trabajar

en el cuerpo inerte de Lidia.

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